lunes, 14 de diciembre de 2009

No quiero ser alarmista. Ni lo soy, ni quiero serlo.
Pero, no puedo dejar de escribir esto y todas las preguntas que estan pasando ahora mismo por mi cabeza.
En serio, ¿nadie se da cuenta de qué estamos llegando al límite?

Puede que os sintáis confusos ante mi introducción, pero nada más allá, se trata de algo muy sencillo y que entenderéis rápidamente.

Hace ya algún tiempo, se viene escuchando en las calles críticas al partido que dirige el gobierno. Y visto lo visto, no se trata sólo de nuestro país, al que describe una ineptitud permanente y la mayoría de las veces decadente. Lo grave, es que no somos los únicos que estamos en una actitud tan pasivamente crítica políticamente. Gracias a los medios de comunicación podemos ver que la mitad de los países a los que llaman 'civilizados' (que me reiría yo si me lo permitierais) y la totalidad de los países tercermundistas (a los que me gustaría poder referirme de otra forma) están en una situación prácticamente similar. Pero lo grave no es esto, ni tampoco que alguien en un intento desesperado de cambiar algo, de la peor manera posible, arroje un zapato, o que sé yo, una replica del Duomo de Milán, a un dirigente político al que han puesto ahí de pura suerte que ha tenido el pobre. Lo realmente grave es nuestra incapacidad para demostrar lo que creemos más allá de una charla con amigotes entre unas cuantas cervezas. Porque si todos fuésemos capaces de revelar lo que realmente siente nuestro corazón (incluso a veces a nosotros mismos) quizás unos pobres desgraciados no deberían soportar las consecuencias de nuestra apatía que esta llegando al borde de una entropía total que esta apunto de consumir a la humanidad al completo. ¿Falta mucho para que nos fijemos? ¿Falta lo suficiente para que no haya nada que hacer contra ello?